| Lo primero que llama la atención de esta sala es su  claridad. Con grandes zonas acristaladas e interiores muy claros, todos los  aviones expuestos son visibles con luz natural. “Los hitos del vuelo”, es un repaso por modelos que han  supuesto algún hecho remarcable en la Historia de la Aviación. Bueno, eso según la dirección del museo, porque en esta sala encontramos un poco de todo. Veamos las maravillas que contiene. BLÉRIOT XIa El eterno Blériot XI te recibe en la sala. Colgado del techo  queda a la altura del visitante que entra en el edificio por una galería  interior.  
 Blériot XIa, con motor Anzani de 6 cilindros en estrella  Es un ejemplar XIa, que se diferencia del que Blériot utilizó para  cruzar el Canal de la Mancha sobre todo en que equipa un motor Anzani de 6  cilindros, en vez de 4. La restauración se teminó en 1972, se cree que se  fabricó en 1910 y el estado de conservación es muy bueno. Siempre he pensado  que Blériot se anticipó con este modelo a lo que finalmente serían los aviones  modernos: monoplanos con hélice tractora. Aunque participó en la Gran Guerra  como avión de observación, pronto fue retirado superado por los biplanos, más  potentes y capaces. KAWASAKI KI-100-1B Paseando por la galería, te encuentras con este raro  ejemplar. Inicialmente, es fácil confundirlo con un A6M “Zero”, pero conforme  te acercas, ves que la sección de cola del fuselaje es más robusta, la cúpula  distinta, y tiene una toma de aire bajo el motor radial sospechosa.  
 Kawasaki Ki-100, a distancia, esfácil confundirlo con el A6M "Zero"  Se trata de  un rarísimo Ki-100, evolución del Ki-61 “Hien” del que se diferencia por su  motor radial. Es un ejemplar raro porque se empezó a fabricar en 1945, cuando  el “Imperio del Sol Naciente” daba sus últimos coletazos, y se construyeron  pocas unidades que llegaran a volar. Recuerda en sus formas al Seafire, y es un  avión compacto y atractivo.  
 Kawasaki KI-100 1B  Tuvo muy buen resultado contra la aviación  estadounidense, y era uno de los pocos modelos que podían hacer frente con  garantías a los cazas americanos de última generación. Sin embargo, llegó  demasiado tarde. Este modelo se reconstruyó en 1945 usando piezas de otros  aviones y fue enviado a Inglaterra vía Singapur en 1946. Después de diversas  restauraciones, llegó a Hendon en 2003. El Ki-100 no supuso ningún hito en la  Historia de la Aviación, y está en esta sala más por su valor histórico como  pieza única que por otra cosa. Y la verdad es que vale la pena admirarlo. Es  una máquina limpia, proporcionada y con un aspecto agresivo. MESSERSCHMITT  BF 109 G-2 Otra leyenda con alas, carne de maquetistas y entronado en  el podium de los clásicos. Este 109 destaca por su impecable aspecto, y por su  pintura típica del combate en el desierto. Realmente, está tan nuevo que parece  una maqueta. Y no lo es, actuó en 1942 en Tobruk por poco tiempo, hasta que en  una retirada precipitada de los alemanes fue abandonado con muy pocas horas de  vuelo. Un gran regalo, que los británicos aprovecharon, reconstruyéndolo y  evaluándolo durante el resto de la guerra. 
 Messerschmitt BF 109 G-2  El 109 siempre atrae por su filosofía: envolver un motor  monstruoso en el fuselaje más pequeño posible. Desde luego, a pesar del paso de  los años, no pierde su aspecto de fórmula 1 de los cazas clásicos, sin ninguna  concesión a la estética ni a la comodidad. Tan estricta fue su concepción, que  condicionó gravemente el diseño de su nefasto tren de aterrizaje. Willy  Messerchsmitt se negó siempre a modificarlo alegando que el trabajo supondría  la transformación total del espíritu del caza. Desde luego, los pilotos que  se acostumbraron a él, hablaron maravillas, y muchos nunca aceptaron a su  sucesor natural, el también excelente Focke Wulf Fw 190.  
 Observar la entrada de aire del sobrecompresor para el Daimler Benz DB605 de este BF 109 G-2  Cuando lo ves de  cerca, relativamente pequeño, con ese morro agresivo y musculoso, adivinas que  no debía ser un avión fácil, pero sí formidable cuando conseguías dominarlo.  Sea como fuere, nunca fue sustituido del todo en el campo de batalla, y estuvo  dando la cara hasta el final de la contienda, aunque en los últimos años con  desventaja. HAWKER HART II Gran Bretaña, como todos los países industrializados,  desarrolló su aviación entre las dos guerras. La evolución natural después de  la Primera Guerra Mundial en el ámbito de los interceptores, o “aviones de  persecución”, como se les llamaba en la época, fue la de perfeccionar los  biplanos de la Gran Guerra. Los biplanos dominaron el panorama en la aviación  hasta bien entrados los años 30, y algunos modelos llegaron ya a los límites de  la filosofía. En Inglaterra, todos los grandes fabricantes llevaron hasta el  final los modelos con doble ala: Bristol, Gloster, De Havilland, Hawker...  todos proporcionaron modelos biplanos avanzados. Pero en los 30 el concepto  estaba anticuado y había llegado a sus límites. A algunas fábricas les costó más  entenderlo y a otras menos. 
 Hawker Hart II  Hawker apuró hasta el final con modelos como el Hart, con un  fuselaje estilizado y motor en línea Rolls Royce Kestrel de 565 HP, al que ya  le sobran las dos alas. Nació como bombardero ligero, pero cuando apareció, en  1930, era más rápido que muchos cazas. Eso es lo primero que piensas cuando ves un Hart: ¡que gran  avión sería en versión monoplano!. El Hart es un avión de transición: tiene un  fuselaje con la aerodinámica de un monoplano moderno, pero la construcción, el  tren y las alas de un avión de épocas anteriores. Dio lugar a bastantes  variantes y actuó en la Segunda Guerra Mundial en la India y en Oriente Medio  hasta 1940. Después se utilizó como entrenador, remolque de blancos y avión de  enlace. El ejemplar del museo se construyó en 1932 y fue usado como  plataforma de pruebas de motores, avión de demostración y finalmente de enlace.  En 1972 fue entregado a Hendon. DE HAVILLAND  GIPSY MOTH Prácticamente desconocido en España, el Gipsy es un avión  muy querido en Inglaterra. Procede de la idea que De Havilland tuvo a  principios de los años 20, de construir un avión sencillo, robusto y económico  que popularizara el vuelo en Inglaterra. Con esa filosofía nació el DH 51, del  que sólo se construyeron 3 unidades. El moto RAF 1 que equipaba, de 8 cilindros  y 90 HP, no era satisfactorio. Remotorizando el modelo con un motor de  fabricación De Havilland (dada la escasez de motores Cirrus anteriormente  empleados), el Gipsy I, de cuatro cilindros y 60 HP, nació el Gipsy Moth.  Empleado por la RAF (134 unidades), y por aficionados de todo el país, el avión  se hizo realmente popular y herramienta de aviadores rompe récords, como Amy  Johnson, que voló de Inglaterra a Australia con un Gipsy modificado. 
 De Havilland Gipsy Moth  El ejemplar del museo se fabricó en USA bajo licencia en  1929. En 1983 fue enviado a Reino Unido, donde tras sucesivas restauraciones  fue donado al museo de la RAF en 1996. Es un avión precioso, aunque el motor  Gipsy lo afea un poco, sobresaliendo de la línea del fuselaje. Aún así, el  Gipsy I tenía una gran reputación de fiabilidad. MESSERSCHMITT  262 A-2a Qué decir del Me 262. A parte de los cien veces mencionados hitos que  marcó el avión, como primer reactor operacional en el mundo, el 262 siempre me  ha impresionado por su diseño. Y es que incorpora características que lo hacen  un avión muy contemporáneo: motores en góndolas subalares, alas en flecha,  cabina en burbuja, tren triciclo... Lo curioso del caso es que todas ellas  fueron fruto de un equipo de ingenieros que actuaron principalmente con una gran intuición. 
 Messerschmitt Me 262 A-2a  La idea de colocar los reactores en góndolas colgantes fue  consecuencia de la necesidad de reducir los conductos de entrada y salida de  aire para los reactores Junkers Jumo. Al colocarlos bajo las alas, fue  necesario retrasarlos para ajustar el centro de gravedad, por lo que se adoptó  una suave flecha positiva. El prototipo original estaba dotado de tren clásico  (con rueda de cola), pero los escapes de los reactores quemaban las pistas de  asfalto y la inclinación de los motores hacían el despegue mas complicado. La  solución fue evidente: montar un tren triciclo, que ya se estaba utilizando en  aviones de gran capacidad. Todas estas soluciones convirtieron al Me 262 en una  máquina futurista y que todavía hoy sorprende. El 262 merece figurar con pleno  derecho entre los aviones que marcaron hitos en el desarrollo de la Aviación. 
 El perfil del 262, futurista para 1945  Este ejemplar voló por primera vez en marzo de 1945. Fue  abandonado ante el avance aliado en mayo de 1945. En pruebas desde junio por parte de los británicos, hasta que fue donado al antiguo museo de la  RAF en Cranwell en 1947. Después de un periplo por varios museos y  exposiciones, está en Hendon desde 2003. El Messerchsmitt 262 impresiona 63 años después. Sus líneas  estilizadas, su fuselaje de sección triangular y su limpia aerodinámica no tiene  nada que envidiar a los reactores que aparecieron décadas después, muchos  inspirados en este modelo que fue convenientemente estudiado y diseccionado por  todas las potencias victoriosas. HAWKER TEMPEST V El Tempest era uno de los sucesores del Spitfire. Sidney  Camm, diseñador de Hawker, había creado el Typhon para que el caza emblemático  de la RAF tuviera descendientes más avanzados, porque después de todo era un  diseño de los años 30 basado en los hidros de la Copa Schneider. Pero el Typhon  estuvo a punto de ser cancelado por problemas aerodinámicos (perdía la cola a  latas velocidades) y sobre todo por los defectos de su planta motriz, el motor  Napier Sabre, incapaz de dar la suficiente potencia a gran altitud y con  enormes problemas de fiabilidad. El Tempest V fue un intento de recuperar y  mejorar el diseño del Typhon con un ala de flujo laminar, una cola modificada,  una cabina burbuja, pero... el mismo motor. El resultado fue parecido al del  Typhon. El diseño sólo tuvo éxito cuando se sustituyó el motor Sabre por un  Centaurus radial copiando la instalación del soberbio Fw 190, pero entonces ya  fue demasiado tarde. El Tempest II apareció sin tiempo para ser operacional.  Sería un caza para la posguerra. 
 Hawker Tempest V  El Tempest V se usó en los mismos cometidos que el Typhon:  el ataque al suelo a gran velocidad. Se convirtió en un cazabombardero rápido y  potente con los cohetes como su mejor credencial, y sirvió bien cuando la  infantería necesitaba apoyo aéreo o para raids sobre objetivos pequeños  fuertemente defendidos. Sin embargo, nunca tuvo posibilidades como interceptor. Está en el salón de los hitos del vuelo más por cariño  “nacional” que por otras razones. El Tempest V nunca cuajó como interceptor, y  tuvo la suerte de encontrar un cometido secundario (y valioso), lo que le  supuso no ser cancelado. DE HAVILLAND MOSQUITO B35 Otro clásico, y uno de los pocos diseños ingleses realizado  durante la guerra que tuvo un éxito real en la misión original para la que el  avión se diseñó. El Mosquito fue un bombardero ligero rápido, moderno y  eficiente. Era más rápido y maniobrable que el Bf-110 alemán y tenía más  autonomía. Sus dos motores Rolls Royce Merlin le dieron la potencia y la  fiabilidad necesarias. Cumplió bien su cometido, y de todos es sabido que su  construcción en madera contribuyó a aliviar la necesidad de metales  estratégicos de Gran Bretaña. 
 De Havilland Mosquito B35  El Mosquito es de esos aviones de estética neutra, pero cuando  ves sus líneas adivinas unas buenas cualidades de vuelo. Aerodinámico, bien  proporcionado y de diseño acorde con la época. Es impresionante por su tamaño  cuando te acercas, pero enseguida recuerdas que no era un caza. La variante expuesta nunca entró en combate por aparecer en  marzo de 1945, cuando la guerra en Europa había terminado. P-51D MUSTANG El Mustang tiene un lugar de privilegio en la exposición y  en mi opinión con todo merecimiento. Está situado en una tarima giratoria que  permite verlo desde todos los ángulos. Y es que es un avión privilegiado. 
 North American P-51D Mustang  Reune todo lo que se buscaba en un caza clásico: velocidad,  eficiencia, potencia a gran altura, autonomía, fiabilidad, y además, estética.  Es la quintaesencia de los cazas de la Segunda Guerra Mundial, y para muchos su  máxima expresión y el mejor avión de combate de la guerra. Realmente fue un  avión multinacional: diseñado por un emigrante alemán en una empresa  norteamericana y equipado con un motor inglés. El cóctel funcionó, y se  convirtió en leyenda. Pero no estaba exento de defectos: su pobre estabilidad  longitudinal sobre todo con el tanque de combustible auxiliar situado detrás  del piloto lleno, y su vulnerabilidad al fuego debido a su sistema de  refrigeración líquida. Una simple bala de fusil que agujereara cualquier parte  de su sistema de refrigeración significaba una parada segura de motor sobre  territorio enemigo, y el acabar la guerra en un  campo de prisioneros. 
 Por lo demás, el avión impresionó y enamoró a sus pilotos.  Era rápido y ágil a cualquier altitud, tenía una gran autonomía y una buena  capacidad de picado. Se fabricó masivamente y obtuvo la superioridad aérea  sobre Europa por encima de los BF 109 y el excelente Fw 190. Aunque algunos expertos opinan que el mejor avión de la  guerra fue otro, el Mustang es un avión estrella, que conserva su carisma  después de muchos años, y que todavía vuela en multitud de reuniones de  aficionados a los aviones clásicos y a las carreras de velocidad. Incluso los británicos, orgullosísimos de su Spitfire, dan  un lugar preferente al Mustang. Es un avión realmente especial. 
 
      
        El número de serie de este modelo, el 413317 revela que fue fabricado en 1944, en Inglewood (California - USA) dentro de una serie de 800 aparatos con designación  P-51D-5NA y modelo de fábrica NA-109.    |