ROZAS: UN AERÓDROMO CON HISTORIA
 
 
     
 

Año 1943. La Batalla del Atlántico está en pleno apogeo enfrentando a la Kriegsmarine alemana con las Armadas inglesa y norteamericana. El océano está plagado de submarinos y barcos de ambos bandos, que libran el juego del ratón y el gato. Uno de los factores clave en esta batalla decisiva es el de la orientación. Conocer en todo momento la posición propia y la del enemigo se torna vital para la pelea. A la navegación con brújula y sextante (insuficiente para los submarinos), se empiezan a sumar las primeras radio-ayudas.

El Doctor Ernst Kramar, de la empresa alemana C. Lorenz AG de Berlín, ha desarrollado el sistema Elektra Sonne. Se trata de una serie de radio faros instalados en puntos estratégicos, que emiten en la banda de 1 Km (300 Khz). Las instalaciones radiantes se componen de tres antenas alineadas de aproximadamente 100 metros de altura separadas entre sí por 1.500 metros. La antena central es la principal y las dos que la flanquean ejercen de secundarias. El haz de ondas transmitido cubre un sector de unos 120º por delante de la estación, y se compone de una señal central emitida por la antena principal, y dos señales idénticas pero desfasadas +90º y -90º emitidas por las antenas secundarias. La señal transmitida divide el espacio en una serie de sectores. Es una señal codificada en morse, cíclica, que se capta de forma diferente en función de la posición del receptor con respecto a la estación. Escuchando la señal, descifrándola (simplemente contando el número de puntos y rayas morse recibidos), y con la ayuda de las cartas codificadas para el sistema, se puede averiguar el "radial" o la demora del móvil con respecto a la estación. Captando la señal de una segunda estación y repitiendo el proceso, se puede trazar un segundo radial sobre la carta que interceptando al primero nos dará la posición exacta. Una impresionante ayuda para lá época, predecesora de los VOR actuales. Estas radio ayudas pueden utilizarse por barcos, submarinos y aviones, con la ventaja de que sólo es necesario un simple receptor en la banda de 300 Khz y un operador de radio instruído en el método. El sistema permite a los submarinos alemanes conocer en todo momento su posición sin tener que salir a la superficie. Se construyen estaciones Sonne a la lo largo de toda la costa norte de Europa.

En 1940, el gobierno alemán pide permiso a Franco para instalar radio ayudas en territorio español. El gobierno del General Franco, en deuda con el III Reich por su ayuda en la contienda civil que acaba de terminar, accede sin problemas a que la Kriegsmarine instale dos estaciones Elektra Sonne: una en Sevilla y otra en Arneiro (Lugo). Se denominarían Sonne 16 y Sonne 15 respectivamente. El material, fabricado por Telefunken, desmontado y numerado, llega a España en camiones junto con el equipo técnico que iba a instalar y operar el sistema. En poco tiempo, las tres antenas de ciento y pocos metros se levantan imponentes en la costa gallega.

Una de las torres de el Elektra Sonne de Arneiro

Tras unos meses se revela la necesidad de transportar material y personal a unas instalaciones que serían vitales durante toda la Guerra. Para ello, se busca un terreno idóneo para la construcción de un aeródromo que permita hacer sostenible la estación. Se localiza una ubicación en Rozas (Lugo), a unos 25 Km de Arneiro. Allí la Luftwaffe construye una pista de 1200 metros y tres hangares de grandes dimensiones y última tecnología. En él operaban regularmente los transportes Junkers Ju-52 que se encargaban del tráfico de personal técnico y materiales. Todo el personal que trabajaba en el campo era alemán. Se ha especulado con la participación del aeródromo en misiones de combate, como la del 10 de noviembre de 1943, en la que tres Junkers Ju-88 derribaron un Short Sunderland en el Golfo de Vizcaya, pero ninguno de estos extremos ha podido ser confirmado. El gobierno español de entonces siempre desmintió oficialmente que en nuestro país existieran bases alemanas, cuestión por otro lado lógica; las instalaciones siempre fueron secretas.

Tras la captura por los ingleses del submarino U-505, en junio de 1944, con todos los manuales de utilización del sistema a bordo, su uso se extiende a la flota aliada, que bautiza el método de orientación como "Consol". Tanto es así, que circula la historia de que fueron los ingleses los que proporcionaron las piezas de repuesto para reparar una avería de la estación de Arneiro en 1945.

Al finalizar la Guerra, el aeródromo pasa a ser propiedad del Ejército del Aire y durante un corto periodo se utiliza como aeropuerto de Galicia por la compañia Iberia, a falta de otro en el territorio, hasta que empieza a operar Labacolla, en Santiago. El aeródromo permanece como base militar hasta 1953, en el que se dictamina su cierre. En 1958 se decide trasladar uno de los hangares alemanes a Mallorca, y en 1959 otro a Cuatro Vientos. Cuando se va a proceder a trasladar el tercero, y a desmantelar definitivamente el aeropuerto, el entonces alcalde de Lugo, D. Ramiro Rueda Fernández, se mueve rápidamente y funda el Aeroclub de Lugo en sus instalaciones, que ha sido dedicadas a la Aviación Deportiva desde entonces.

El aeródromo de Rozas en la actualidad. (Foto: Real Aeroclub de Lugo)

Actualmente el aeródromo de Rozas es una instalación deportiva ejemplarmente conservada, con una notable actividad de escuela y un aeroclub muy dinámico en el que opera una variada flota de aparatos de pistón y veleros. El hangar alemán superviviente todavía se conserva en perfecto estado de uso. Nadie puede imaginar su curiosa historia, sus orígenes como instalación secreta, y su estupenda transformación en lo que es hoy uno de los mejores aeródromos deportivos gallegos, sede del Real Aeroclub de Lugo.

Vista del hangar principal de Rozas, construido por la Luftwaffe en 1940 (Foto: Real Aeroclub de Lugo)

Cuando acabó la Guerra, la estación de Arneiro fue utilizada por el Ejército hasta 1962, en que pasó a Aviación Civil donde prestó servicio en vuelos y navegación oceánicos hasta 1971, cuando las antenas fueron desconectadas y sustituídas por los sistemas vía satélite. Actualmente pertenecen al Ministerio de Defensa y todavía resisten a su abandono, por lo menos dos de ellas, pues una de las torres se derrumbó por efecto del viento en 2006. El que haya soportado 66 años, la mitad de ellos sin ningún tipo de mantenimiento, da idea de la solidez de la construcción. Municipios y asociaciones de la zona abogan por la restauración y conservación de las antenas restantes como patrimonio histórico.

Bibliografía

El presente texto ha sido extraído de la información contenida en los siguientes artículos:

El Aeródromo de Rozas, por Serafín R. Trashorras

Las Torres de Arneiro, por Serafín R. Trashorras

A Coruña y la II Guerra Mundial, por Jesús María Reiriz Rey

Radio Navegation Systems, por Greg Goebel

Sonne/Consol, por W.F. Blanchard

U-Boat Navigation, por Ian Williams

Estación Consol de la IIª Guerra Mundial, por Máximo Martín