Domingo, 16 de Diciembre
¡¡Arriba!! Hay un policía esperándonos en el aeropuerto sólo y exclusivamente para pedirnos los pasaportes. Impresionante, menudo despliegue hemos ocasionado. Así que salimos temprano del hotel y un taxi dobla la esquina nada más pisar la acera, ¡no puede ser, todo nos sale bien! En marcha al aeropuerto, el policía estará esperándonos a la hora que indicamos el día anterior, ¡no podemos llegar tarde!
Llegamos bien, de milagro por que el taxista hacía su ultima carrera de la noche e iba haciendo eses a punto de dormirse, otro viajecito, ¡...que seguro es volar!
Entramos en el aeropuerto vacío, llegamos a la oficina ARO y el policía de paisano nos saluda afectuosamente y de muy buen humor. Comentamos con él nuestra particular andanza mientras revisa los pasaportes. Fumamos juntos un cigarrito y seguimos charlando un rato mientras terminamos de rellenar el plan de vuelo. Bien, ¡Estamos a punto de comenzar la segunda y más triunfante etapa del viaje!
La helada que cayó en Córdoba esa noche nos dejó el incomodo regalo de una gruesa capa de escarcha que cubría todo el avión. Unos 40 minutos quitando hielo de toda su superficie y un Delay en el FPL. Moviendo el avión para que el sol ablandase el hielo por uno y otro lado. Finalmente, el avión, ya libre de la mayor parte del hielo y goteando agua, estaba listo. ¡Puesta en marcha! ¡¡Puesta en marcha!!
Helada por la mañana en el aeropuerto de Córdoba
Despegamos de Córdoba y ponemos rumbo 190º, directos al Sur, hacia Estepona, que será el punto de costa donde tendremos que contactar con APP de LXGB, adentrarnos 5 millas en el mar y proceder de nuevo rumbo sur hasta el objetivo final.
Bien, pero antes de esto hay que volar todas esas millas. Llegando a la serranía de Ronda empezamos a ver nubes, nubes y cada vez más nubes, estratos pequeños, medianos y grandes, cada vez más pegados unos a otros. Lo que empezó como un SCT y siguió con un BKN acabó al filo del OVC. La cosa se fue poniendo tan fea que la sensación de “hasta aquí hemos llegado” fue creciendo rápidamente. El escenario era poco esperanzador, no solo por no llegar, que tenemos una barrera delante casi infranqueable, si no por que se estaba desarrollando rápidamente y luego tendríamos que regresar.
Nubes sobre la serranía de Ronda
Una muralla nubosa estuvo a punto de dar al traste con la aventura
Pocos minutos más y ya nos quedaban pocos argumentos para continuar la aventura. El panorama era desolador. Ya decididos a dar la vuelta apuramos unos segundos extra para observar con gesto apagado el obstáculo insalvable que teníamos ante nosotros, pero de pronto la cara se nos iluminó de nuevo, una luz brillante y anaranjada nos hacía señales a través del único hueco que resistía el empuje de las grandes nubes. Allá abajo algo brillaba con fuerza, a lo lejos y muy abajo, a bastantes millas pero lo suficientemente cerca, ¡Era el mar, el mar bañado por el sol! Nos desviamos un poco a nuestra izquierda y comenzamos el descenso desde 7500´ por ese glorioso túnel entre las nubes a pesar de escuchar varias veces una voz lejana que decía: “No miréis a la luuuuuz, no miréis a la luuuz”, “...es que es tan bonita la luz....”
Frente nuboso llegando a Gibraltar. El sol al fondo evitó la media vuelta
Durante el descenso veíamos como al otro lado la costa estaba despejada. Nada nos aseguraba que ese hueco estuviese allí al regreso, pero, ¡¡Que demonios, hemos llegado muy lejos!! ¡No podemos parar ahora! Lo peor que nos puede ocurrir es no poder regresar hoy, la seguridad del vuelo no está comprometida así que, ¡¡¡Adelante!!!!
Al salir de la gran barrera disfrutamos de un gran espectáculo de contrastes, la cara amable de las nubes ahora enseña su lado oscuro y gris, el mar y la costa alternan entre el sol y la sombra, pero era tranquilizador ver que al frente el cielo estaba completamente despejado, al menos de momento.
Ante este escenario tan inestable y preocupados por el viaje de vuelta, notificamos con Sevilla para pedir informe meteorológico, pero no nos llegó la información así que sin pensarlo más comunicamos con APP de Gibraltar. Recibimos instrucciones de continuar la aproximación respondiendo en 7000 y de notificar de nuevo cuando, y aquí vino la mítica frase, “...and call me back with the Rock in sight”.
Las últimas 20 millas serán sobre el mar y manteniéndonos a 5 NM de la costa para evitar la zona Prohibida. El gran peñón se iba definiendo poco a poco entre la calima blanca que separaba los azules de cielo y mar. Notificamos “Roca a la Vista” y nos dan instrucciones de continuar hasta incorporarnos en Base de la pista 27 y estar pendientes de posibles instrucciones de orbitar antes de entrar en final. La posibilidad de orbitar se debe a la curiosísima peculiaridad, por llamarlo de alguna manera, de este aeropuerto ya que la carretera de acceso a Gibraltar, “Winston Churchill Avenue”, cruza por el mismo centro de la pista y cada vez que entra o sale un avión se cierra el paso de vehículos y peatones.
¡Ya casi estamos! Notificamos base de la 27 y nos dan la configuración del viento, también peculiar por lo enrevesado y cambiante, así que nos dan tres vientos, cabecera 27, centro de pista y cabecera 09, todos diferentes. En el tramo final pedimos confirmación de “Autorizados” ya que no lo dice formalmente y hay que asegurarse. Nos confirma autorización y disfrutamos de un tramo final espectacular, un gran momento, muy especial, estamos a un paso de entrar en un Aeropuerto hasta hace muy poco vetado, de gran peso simbólico e histórico por no mencionar su espectacular ubicación, con su pista casi literalmente flotando en el mar, el peñón cae en vertical a la izquierda de la 27, y a la derecha España en plano. La cabecera de la 27 comienza sobre una minúscula playa, y la segunda mitad de pista se adentra sola en el agua. ¡Espectacular!
Impresionante vista de la pista 27 del aeropuerto de Gibraltar
Con tanto simbolismo y belleza no podíamos tocar tierra de cualquier manera así que la toma fue de nuevo suave y “reglamentaria”, hay que dar imagen, al fin y al cabo es casi una misión diplomática...
Rodando y aun pendientes de las comunicaciones sonreímos por el memorable logro. En plataforma nos espera el señalero, paramos motor, calzos y ya pisando tierra tomamos aire... ¡Lo conseguimos! ¡¡Hemos aterrizado en Gibraltar!! ¡Apoteósico! Y duro también, parecía imposible después de todos los avatares sufridos. Han sido muchas horas trabajosas, pero lo logramos.
Seguimos celebrándolo cada minuto, pero sin dejar de trabajar y aun inmersos en la ya cansina lucha temporal.
En la misma plataforma pasamos por la oficina de Handling donde nos cobran tasas de plataforma, tarifa inglesa por supuesto, 20 libras. Nos dirigimos a la terminal, pasamos la aduana y hacemos unas pequeñas compras. También pasamos por caja para pagar tasas de aterrizaje, otras 26 libras, aceptan tarjeta y hay Bureau de Change.
Objetivo cumplido: los protagonistas en Gibraltar
Después, visita a la torre para rellenar el nuevo Plan de Vuelo a Córdoba. El interior de la torre refleja una funcionalidad militar algo informal. Emblemas de la RAF destacan en la austeridad de las estancias por las que pasamos. Con el Plan de Vuelo hecho regresamos a la terminal y nos dirigimos de nuevo a la plataforma tras pasar por control de aduana, el reloj continua su galopada constante.
Trámites en Gibraltar Airport
Ya en la avioneta, un par de fotos más y adelante. Retirada de calzos, puesta en marcha y siguiendo instrucciones para rodar hasta la cabecera de la 27.
Bajo el cielo ya cubierto comenzamos la carrera de despegue dejando el gran Peñón a nuestra izquierda. Al irnos al aire el avión se bambolea ligeramente por los cambios de viento y comenzamos el ascenso observando a nuestra derecha como la barrera mantiene el tráfico en corto.
Nos dan instrucciones de evitar sobrevolar el Puerto y rodear el peñón, y así lo hacemos. Unas espectaculares vistas del peñón hasta completar el circulo que nos sitúa en el mismo punto donde iniciamos la aproximación de aterrizaje. De nuevo manteniéndonos a 5 millas de la costa, fijamos rumbo a Estepona y en ascenso.
Recién despegados de la pista 27 de Gibraltar
El panorama es muy inquietante. La barrera de nubes nos corta el camino por completo unas millas más adelante. La costa ya está fuera del alcance del sol y, como telón de fondo, las oscuras faldas de la sierra se ocultan entre la densa capa de nubes. Seguimos ascendiendo aun sobre el mar hasta que llegamos a la vertical del techo de nubes que está a unos 1000 pies por encima de nosotros. Ascendemos en espiral con la esperanza de tener una mejor panorámica que nos muestre el camino a casa, pero la fuerte muralla blanca nos ha cerrado completamente el paso. Analizamos rápidamente dos nuevas opciones, vía Málaga por el Este o buscar la parte baja de la sierra por el Oeste. El frente venía desde el Este así que descartamos Málaga. Ponemos nuevo rumbo para tratar de bordear por el Oeste. Descendemos unos 2000´ en busca de horizontes más luminosos. Poco a poco fuimos descubriendo un camino cada vez más despejado. Continuamos hacia el Norte bordeando la sierra por sus cotas más bajas, y nos vamos relajando al ver que cada minuto que pasaba las puertas de regreso a casa se abrían poco a poco.
Un regreso complicado después del despegue de Gibraltar
Con viento en cola, siempre bienvenido, y turbulencias moderadas por el sotavento de la sierra contactamos con Sevilla y ponemos rumbo a Córdoba, por fin una tregua, sin amenazas a la vista, simplemente volamos manteniendo 015º.
Ya cerca de Córdoba, aproximándonos al campo desde el sur, nos costó un poco más localizar la pista pero acabamos en base de la 03 sin cambiar de rumbo.
Tocamos tierra en Córdoba ya por segunda vez en dos días. “Manolo” no está para repostar a pesar de haberlo solicitado en el plan de vuelo. Nos toca esperar, algo nerviosos por el compañero que espera el avión en LECU, aunque nos da todo tipo de facilidades y le estaremos siempre agradecidos por el generoso detalle de compañerismo.
Por teléfono nos comentan que hay Overcast en los montes de Toledo pero algo nos dice a los dos que, hoy, las nubes se abrirán a nuestro paso. Y así fue, llegamos a los montes de Toledo y teníamos un precioso Broken venido a menos. Así que seguimos disfrutando del vuelo jugando con las nubes que nos regalan un bonito tramo final, acorde al resto del viaje.
Finalmente llegamos a Cuatro Vientos y, “sin tráficos ave” notificados, terminamos el viaje sanos y salvos y habiendo conquistado La Roca.
¡Gibraltar ya es nuestro! ¡¡Para siempre!!